La Dirección General de Tráfico plantea realizar una revisión del sistema de enseñanza actual en cuanto al aprendizaje del propio conductor. Es muy importante contar con una buena preparación de los futuros conductores, pero haciendo más hincapié en las conductas que son adecuadas cuando nos encontramos al volante.

De forma tradicional, la formación de los conductores se ha basado en el aprendizaje de una serie de normas y señales de conducción y el manejo del propio vehículo. Siendo el contenido principal a la hora de realizar las pruebas de aptitud. Sin embargo, las últimas estadísticas indican que en la accidentalidad intervienen de forma decisiva las actitudes de los conductores ante el desconocimiento de las propias normas.

Es importante que el propio alumno entienda la importancia de realizar un tráfico responsable. Por lo que la educación juega un papel muy importante a la hora de realizar una concienciación y sensibilización que permita juzgar aquellas conductas que pueden ser consideradas como peligrosas. Evitando así una conducta incívica en el futuro.

Los contenidos actitudinales hacen necesaria una interacción y comunicación directa con el propio formador, en la cual se comparta y contrasten los contenidos. Se abrirá un debate, discriminando en gran medida las conductas que pongan en riesgo la seguridad de todos.

La Dirección General de Tráfico promueve la formación en la que se garanticen unos contenidos mínimos y obligatorios a impartir de una forma presencial y de carácter previo al acceso a prueba de control de cimientos en la obtención de los distintos permisos que se pueden conseguir. Esta formación tiene una serie de valores, aptitudes, comportamientos y respeto de los demás ciudadanos.